La rumba más poderosa – Manu Chao en Argentina

Txt/Ph: Elvio Alcaraz

Que increíble la energía que se puede liberar en un acústico, es impresionante. Cuando uno pensaría que un show en este formato sería algo “tranqui”, Manu Chao se sube a un escenario con dos guitarras y un bongó, para hacer enardecer a la masa como si fuera un recital de heavy metal. Así ocurrió el sábado pasado en el anfiteatro Humberto de Nito, cuando el artista franco español brindó un espectáculo explosivo.

“No los escucho Rosario”, fue la arenga constante que lanzaba Manu para pedir el aliento de su público. La respuesta era un clamor masivo, una respuesta efusiva llena de alegría que se notaba en las caras, en los cuerpos danzantes de los jóvenes y no tan jóvenes que colmaron el mítico anfiteatro. Personas de tantas nacionalidades distintas, como nunca antes noté en un recital. Como suele ocurrir siempre, la gente lleva sus banderas para que mostrarle a los artistas de donde provienen, pero en este caso en vez de ser de barrios o ciudades, eran de países, de México, Uruguay, Venezuela, Chile, Bolivia y la wiphala de los pueblos originarios, entre otros. Algo verdaderamente impresionante, pareciera como si Manu Chao fuera el más latino de los europeos.

Una bandera de la multisectorial por la ley de humedales en el fondo de la escena y una hormiga de Pocho Lepratti pintada en vivo sobre el piso del escenario, fueron su escenografía, austera pero cargada de significado. Símbolos de lucha rosarina que demuestran su compromiso social, el cual lo caracterizó siempre, pero que de igual manera no deja de sorprender y concientizar. Como si eso fuera poco, promediando la noche cedió el micrófono por un buen rato para que una activista denunciara el ecocidio de las islas. Y si eso no pareciera tan jugado políticamente, “Es hora de pasar a la acción Rosario, fuera motosierra” fueron los gritos de Manu, además de pronunciarse en contra del protocolo anti piquetes y el DNU.

Todos esos mensajes fueron lanzados desde un espectáculo que nunca dejó de ser festivo, algo parecido a un carnaval, lleno de baile y amor, lleno de energía positiva, lleno de clásicos de Mano Negra y de su etapa solista.  Canciones que fueron interpretadas con alma y vida, dejando todo en el escenario, tanto fue así que al terminar este músico de los pueblos, no quería dejar la tarima en sentido literal, por más que hubieran sobrepasado las dos horas y media de show, el chapulín ponía música desde su celular para todo el anfi y cada vez que iba a terminar el tema, volvía a salir para poner otro y para compartir un tiempo más, saludando a la gente una por una.  

La noche dejó la vara altísima para los escenarios rosarinos en este 2024, difícil de alcanzar ese nivel de show, pero también dejó un mensaje como un mantra en estos tiempos complicados, “Pase lo que pase, sea lo que sea, próxima estación, esperanza”