Sonido de La Mississippi cerca del Paraná
Txt: Fabricio Fioranelli / Ph: Elvio Alcaraz
El blues es un estilo de música con raíces africanas que empezó a gestarse en el sur de Estados Unidos a fines del 1800. El mismo fue generado como respuesta común a la esclavitud y con el paso de las décadas se fue transformando en un grito desde el alma de los oprimidos de Norteamérica, hasta llegar a expandirse al resto del mundo.
Por eso no resulta muy extraño que un sábado de abril cualquiera, en el 2024, en un país tan austral como el nuestro, y en una sociedad siempre necesitada de alzar su voz como la rosarina, un teatro histórico colme su capacidad para disfrutar de un show de este género centenario.
Esta fue una de las cuestiones remarcadas por Ricardo Tapia, líder de La Mississippi, cuando entre tema y tema nos regalaba algunas palabras basadas en su conocimiento del blues y del país. Un territorio que desde hace más de 35 años recorre junto a sus compañeros de banda, que más que banda ya es una familia. Las mismas caras de siempre, viéndose evolucionar y crecer, mientras comparten su música de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo. Un país “con público para cualquier tipo de música” según las palabras del cantante.
Una gira constante que los trajo el pasado sábado hasta la Sala Lavarden de nuestra ciudad, un recinto exquisito para este tipo de eventos, con un audio parejo en casi cualquier rincón, y una belleza estética que es digna de enorgullecernos, también admirada por el propio Ricardo en otra de sus intervenciones con los presentes.
Cuando promediando las 21:30 hs los músicos aparecieron en el escenario para hacer sonar los acordes de “El matadero” todos los que estábamos a la espera entendimos en un instante la fiesta que íbamos a vivir. Solo contaban con el uso de luces como único apoyo a la música. No hacía falta escenografía. No hacían falta las pantallas tan comunes en los recitales de hoy en día. Y nadie se vio incómodo por esos detalles, porque se notaba que el público era el de siempre, el que entendía el feedback con la banda, el que sabía en qué momento corear la letra para hacer más mítico el momento, el que solo necesitaba a La Mississippi tocando sus clásicos una vez más.
Así comenzó a pasar una lista que incluyó temas de casi todos sus discos, alternando por ambientes de mayor atención, para ser disfrutados a modo teatro, como en “San Cayetano”, “Valentín Alsina” o “Incidentes en la ruta”, a momentos de efusividad imposible de ser resistida por un público que no podía quedarse sentado cuando sonaban piezas fundamentales de la banda como “El detalle”, “Mono”, “Mala transa” o “Búfalo”.
Como apreciación personal de alguien que hace casi 20 años que ve a La Mississippi en vivo cada vez que puede, debo decir que me pareció uno de los shows más rockeros que aprecié de dicha banda, y que me agradó que así sea.
La base histórica de Juan Carlos Tordó (batería) y Claudio Cannavo (bajo) sonó más ajustada y potente que nunca. Las teclas de Gastón Picazo le dieron ese juego de respuestas constantes a las melodías de la guitarra y la voz, además de acompañar ambientando cada tema con lo justo para que no sea necesario el uso de los vientos que marcaron una época en la formación. Gustavo Ginoi transformándose por momentos en un “Guitar hero”, logrando levantar la ovación del público después de hacer algún solo con su guitarra. Y Tapia, ese cantante que el camino ha sabido transformar en un frontman muy completo, sabio al momento de hablar con su gente, con una forma muy personal de tocar el slide en la guitarra, y a la vez un cantor que pela, arriesga y deja todo, como el blues se lo demanda.
La noche tuvo lugar para varios homenajes porque La Mississippi siempre busca mantener vivas algunas llamas como Pappo o Spinetta, con “Blues de Santa Fe” y “Post-crucifixión”. Y ya sobre el final se dieron el gusto de tocar “La grange”, un clásico de ZZ Top, con el permiso del “tío Billy” según palabras de Tapia, haciendo referencia a la semana que compartieron el pasado año junto al líder de la mítica banda de Texas, que culminó con un Luna Park en noviembre con el propio Billy Gibbons como miembro de La Mississippi durante ese show.
El final de la fiesta vino de la mano de “Un trago para ver mejor” y fue imposible que la gente se pueda quedar sentada en sus butacas. Y ante la insistencia del público, que mientras se cerraba el telón coreaba el clásico “…soy Mississippi, es un sentimiento, no puedo parar…”, la banda decidió volver para regalarnos “Ahora vengo”, que no estaba incluida en la lista, pero le dio una cuota extra de alegría a las caras de los que estábamos en el lugar.
La verdad que en un principio me quedé con la idea de que había sido un show corto. Pero repasando la lista completa de temas ya no me parece tan así. Me parece que estuvo bien el tiempo y que funcionó para dejarme tan manija que al volver a mi casa, ya de madrugada, me tuve que poner a escuchar algunos de sus discos, porque eso es algo que tiene ésta banda, que por más que toquen la cantidad de temas que toquen siempre te dejan con ganas de más.
Y si algo agradezco como rosarino que soy, es que siempre vuelven a nuestra ciudad, para que no se nos olvide que el blues no es un género propio de un país o de una época, sino que al igual que el rock, es atemporal y de toda la humanidad…
…y obvio, tan argentino como lo es La Mississippi.