Rockografo
Los amos del maldito rock! La Renga

Txt: Nicolas Eliceche – PH: Elvio Alcaraz

Lo que necesitaba era un recital de La Renga. No sabía que lo necesitaba tanto hasta que el sábado estuve abrazado a rengueros y rengueras que no conocía pero que fueron, y son amigos. No se quienes son, pero eso tiene el público renguero, no importa quién sos, de dónde venís, qué haces, no importa nada porque en el banquete estamos todos en la misma. No importa si hace calor y estamos transpirando, no importa. Todos estábamos para disfrutar de esa fiesta. Puede parecer cliché o la típica de catalogar un show de la Renga como una fiesta, pero créanme que lo es.

Cuando terminó el show y estaba pensado cómo iba a titular esta crónica escuché a un renguero gritar: “¡Cómo me gusta el rock!”. Y tiene razón… ¡Cómo nos gusta el rock! Y la Renga es rock. Son cuatro tipos arriba del escenario con buen volumen tocando y disfrutando de lo que hacen. No necesitan de ningún artefacto estrafalario o cositas para llevar adelante su show. 

Me parece que no tiene sentido hablar de la banda en cuanto a performance, porque nunca, nunca decepcionan. Siempre a la altura y más. Solo pantallas y buen volumen que te pega una patada en el pecho de rock. Nada de brazaletes de colores, papelitos o boludeces.

Cuando encaré la zona del parque Independencia, para la cancha de NOB, no pude creerlo. Yo estaba a más de 30 cuadras, pero ya veía rengueros y rengueras con heladeritas o birras en la mano que estaban caminando para el mismo lugar que yo. Esto se repitió todo el camino hacia el estadio. Calle que agarraba, calle que encontraba por lo menos un grupito de rengueros encarando para el show.

Ahora, cuando llegue a Bv. Oroño…

Cuando llegue. Era un microclima. Una cosa difícil de explicar con palabras, a mi particularmente la sonrisa se me hizo más grande y sentí como un hormigueo en todo el cuerpo acompañado.

Piel de gallina.

Donde caminaras había música de la Renga sonando. Grupos sentados en el pasto mientras compartían alguna bebida espirituosa, otrxs bailando, otrxs pogueando, otrxs comiendo. Pero todxs felices, y eso nadie me lo puede negar, la felicidad que se sintió en el aire nadie me la va a negar. Si alguno vio alguien con cara de culo que nos escriba porque no le vamos a creer.  

A medida que caminaba por Bv. Oroño para encontrarme con mis amigxs, las escenas se repetían a lo largo de esas 10 cuadras que separan las calles 27 de Febrero y Pellegrini.

Los saludos entre distintos grupos o rengueros que no se ven nunca, que solo se encuentran en un banquete, que a pesar de que viven en otras provincias siguen siendo hermanxs cuando se cruzan y rememoran viejos banquetes.

Las banderas, el agite.

Las familias. Las familias juntas en la previa y viendo un recital. Un padre contaba que su hijo tenía una remera que él se había comprado en Uruguay cuando fue a ver a la Renga en 2004, y que ahora el legado y la pasión se la transmitió a su hijo. Lo contaba orgulloso. 

Eso es la Renga, porque después del show ese increíble, casi 3 horas de puro rock, pogo, amistad y compañerismo. Con un escenario imponente y con dos pantallas para que todxs pudieran ver de manera perfecta. Con un Chizzo recordando que en el 2018, la última vez que habían estado en la ciudad, al otro día los medios dijeron que se registraron temblores en la ciudad, algo que se repitió.

En un show de la Renga nadie te va a bardear por abrazarlo durante un pogo, nadie te va a mirar mal. Todos están (estamos) en la misma fiesta.

Y la fiesta y el rock es en todo el estadio, porque no importa si estas en platea, popular o campo, todo el estadio saltó. Por ejemplo, yo estuve en campo y si bien no estuve en el medio adelante, en los costados también se vivió la fiesta. O sea el agite es literal en todo el estadio.

La Renga pasó nuevamente por Rosario, hizo literalmente temblar (nuevamente) la ciudad. Desde acá les digo que si nunca fueron, no pierdan oportunidad la próxima vez. Vayan. No importa si solo conocen algunos temas o nunca fueron a un recital, tranqui que los rengueros van a recibirlos con los brazos abiertos para que te unas al banquete y formes parte de esta gran familia.

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